Quizás en las últimas semanas hayas descubierto ciertos cambios menores (al menos, para la vista) pero importantes en el packaging de algunos productos que consumes. Concretamente, que tengan un packaging prácticamente idéntico pero de menor tamaño. Asimismo puede que el precio también haya sido modificado. La reduflación sale a escena pero, ¿qué es exactamente la reduflación?
La reduflación es una palabra que combina dos conceptos: la reducción y la inflación. De forma más detallada: se trata de una ligera reducción del tamaño o la cantidad de un producto manteniendo (o incluso, en algunas ocasiones aumentando) los precios habituales.
La idea se fundamenta en tratar de ofrecer un producto de utilidad similar sin un impacto significativo de la subida de precio al mismo tiempo que se trata de mantener los márgenes de beneficios ante la subida generalizada de precios o, en términos económicos, la inflación.
La consecuencia de ofrecer menos producto optimizando el envasado es que el packaging sufra ligeras modificaciones: quizás es un poco más pequeño, con más curvas… la idea general es que esta reduflación no se traduzca en un cambio drástico en el envasado, si no más bien que no llame la atención.
La reduflación es una práctica relativamente habitual en tiempos de inflación y no hay ningún sector que esté exento de su aplicación, si bien es especialmente apreciable en alimentación, bebidas, higiene y droguería.
Es importante tener en cuenta que esta modificación en la presentación y contenido del producto no es un secreto: la diferencia queda a la vista de potenciales consumidores. Así, basta con que eches un vistazo al peso de este y comparándolo con el del formato anterior.
Del mismo modo, para analizar si ha habido una evolución en el precio puedes comprobar el coste unitario del producto en cuestión en el etiquetado del supermercado.