Si hay un packaging en la que no se puede dejar nada al azar, ese es el de los medicamentos. La química que cuida de nuestra salud tiene que llegar a nosotros en perfectas condiciones para que, siguiendo las pautas del personal sanitario, curen nuestras enfermedades o minimicen las afecciones para mejorar nuestra calidad de vida.
Aquí quizás no importe tanto que tenga un diseño llamativo, porque lo verdaderamente importante es salvaguardar la integridad del producto. No obstante, en el packaging de los medicamentos se emplean los mejores materiales y técnicas para lograrlo. Si hay un elemento del envasado famoso dentro del sector farmacéutico, esos son los blísters para pastillas. Pero, ¿por qué esa elección?
Antes que nada, un poquito de teoría. Los blísters para píldoras son envases de plástico cerrados de tal forma que la superposición de dos plásticos posibilitan la existencia de una burbuja, precisamente el lugar donde se coloca el fármaco. La principal razón para usar blísters es porque protegen la integridad del producto.
Pero no es la única, porque en realidad los blísters son el packaging perfecto para las píldoras por varios motivos. Uno de ellos parece bastante obvio, pero quizás no lo hayas pensado hasta ahora: gracias a los blísters las pastillas no chocan entre sí, por lo que no hay riesgo de que se rompan, lo que provocaría por un lado perder parte de la medicación y por otro, no tomar la dosis indicada. Y derivado de esto, otra ventaja: garantizan una correcta dosificación según las pautas, evitando posibles errores.
Pese a parecer un embalaje bastante simple, la realidad es que protegen de la logística propia del medicamento, es decir, de su almacenamiento, traslado y empleo. Otro punto importante es que un blíster no puede volverse a sellar una vez abierto, por lo que cuando tomamos una pastilla, sabemos que estamos tomando lo que dice ser, sin alteraciones.
Además, los blísters es un tipo de packaging que minimiza la posibilidad de que los medicamentos estén al alcance de los niños. En un bote, puede parecer que son caramelos, y son más accesibles para los peques. En un blíster, la cosa se complica algo más para los más pequeños de la casa.
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