Una vez tenemos claro qué packaging es el más conveniente para nuestro producto, el siguiente paso es adaptarlo a nuestra marca, es decir, personalizar el envase. Esta cuestión va mucho más allá de imprimirle el logotipo y la información pertinente y ya te adelantamos algo: puede marcar la diferencia en tu relación con los usuarios para bien o para mal.
Porque personalizar el packaging implica trasladar la esencia de la marca y sus valores, contar historias y conquistar. En definitiva, es una cuestión de emociones. Más concretamente, de establecer un vínculo entre el producto y el usuario. Ni es una sorpresa ni es nuevo que un packaging diferente atrae a usuarios directamente en el punto de venta y buena parte de este boom la tiene la tecnología que lo hace posible.
¿Por qué es importante personalizar el envasado de tus productos? Fundamentalmente porque puede traducirse en un aumento de ventas gracias a su capacidad para atraer a nuevos clientes, generar adherencia con los existentes gracias al recuerdo de la marca, hacer que la percepción del valor de la marca o el producto crezcan e incluso renovar la opinión que los clientes tienen de ella.
La personalización de los envases trae consigo beneficios asociados:
- Hacer que sea identificable. Conseguir que tu producto llame la atención y sea recordado implica que pueda reconocerse su presencia incluso aunque esté rodeado de productos similares.
- Actúa como publicidad, ya que si un producto es reconocible a simple vista solo con pasar cerca, estará estableciendo una comunicación con el cliente, trayendo a un primer plano su existencia y las consecuencias de su consumo.
- Es imagen de marca. Al traer a la mente el producto y la experiencia, también rememoramos la experiencia de su consumo y sus valores asociados.
- Diferenciación. En última instancia, ser único y reconocible provoca algo muy valioso: destacar rodeado de competencia
Portada | Foto de Alessandro D’Antonio en Unsplash