Amor a primera vista. Ha sido San Valentín y nos ha parecido que esa frase resume muy bien cuál debe ser el sentir de alguien que se topa con un producto: en un stand, en el escaparate de una tienda, por la calle, en un anuncio… El packaging es lo primero que vemos en cualquier artículo, y de ahí que el ‘envoltorio‘ sea tan importante no solo para proteger su interior, sino también para transmitir la calidad de tu producto.
Porque más allá de la consabida protección, el envase debe convencer, debe entrar por los ojos, debe enamorar. Y para eso el packaging ha de ser atractivo y diferente. Aquí es donde el diseño y los materiales tienen mucho que decir.
No obstante, de nada sirve en el medio y largo plazo si un buen packaging protege y al mismo tiempo convence, si lo que nos evoca es completamente diferente a su contenido. Así, un producto premium ha de estar envuelto con un envase premium y un producto joven y desenfadado ha de evocar esa frescura. Es vital que el packaging comparta la imagen de marca y los valores de lo que envuelve.
¿Y si lo mejor de nuestro producto es su calidad? De nuevo, el packaging tiene mucho que decir en este aspecto. Cuando un producto está hecho con mimo, con los mejores materiales, siguiendo los mejores procedimientos, con un trabajo de innovación detrás y cuidando cada paso de la fase de producción, el packaging debe corresponder estando a la altura.
No es fácil, pero un packaging de un producto de calidad ha de empezar por tener calidad, pero también por hacer ver al potencial consumidor que se encuentra frente a una experiencia donde la calidad es el factor diferencial. Si estás buscando el mejor envase para tu producto, confía en los profesionales para que den con el que encaje como anillo al dedo.