Estamos en marzo, el mes del reciclaje y del envase renovable. No es que en marzo haya que reciclar más que nunca, sino que es momento de incidir en la importancia del cuidado al medio ambiente, en caso de que administraciones y empresas tuvieran alguna duda. Es 2019 y lo eco ya no es una tendencia, sino que el respeto por el medio ha llegado para quedarse y constituye el mayor reto para las empresas: transformar todos sus procesos en lo más sostenible posible y eso pasa por el packaging biodegradable.
Biodegradable, degradable, compostable… esta terminología puede sonar confusa, por eso es tan importante tener claro qué es un envase biodegradable y por qué es tan importante que el packaging que producimos y generamos sea biodegradable: el medio ambiente, nuestra salud y el planeta están en riesgo si no somos conscientes del volumen de residuos producidos y de cómo es su degradación y consecuencias ambientales.
El uso de packaging biodegradable es idóneo para aplicaciones de lo más variadas entre las que se incluye su destino en la industria alimentaria, una de las más prolíficas en nuestro país. Se trata de un packaging que, además de proteger las propiedades organolépticas de lo que envuelve, puede ser atractivo, económicamente rentable y medioambientalmente sostenible.
Cada vez son más las empresas las que se suman a incorporar este tipo de packaging a su proceso productivo, una medida que además pone de manifiesto su compromiso con el entorno, reforzando sus valores de marca. Sin ir más lejos, Grefusa, la popular marca de snacks, ha lanzado su ambicioso proyecto para hacer uso de packaging biodegradable en todos sus productos, animando al sector a que tome las riendas de esta tendencia para incentivar la mejora e innovación en los procesos porque como ya hemos anticipado, los materiales biodegradables en el packaging han llegado para quedarse y cambiar las reglas del juego.