Ya es Navidad. Una época para estar con los seres queridos, hacer regalos a familia y amigos y… por qué no decirlo, sentarnos a la mesa y dejarnos llevar por la gula. Es momento de comer dulces de todo tipo: bombones, polvorones, mantecados. Pero si hay un dulce típico de la Navidad, ese es el turrón. Tanto es así, que solo se consume en esta época del año.
Semanas antes, las tiendas especializadas y los stands de los supermercados se llenan con el turrón, para alegría de los mas golosos. Y cada vez hay más opciones para elegir más allá de los clásicos pralinés, de almendra dura y blanda, yema tostada, trufa…Si la competencia de turrones es cada vez mayor, ¿cómo elegir un buen turrón? Marcas, valor nutricional, ingredientes y recetas… pero el packaging también tiene algo que decir.
El turrón, como no podía ser menos, se asocia a una época tan entrañable como la Navidad, a la familia, al calor del hogar… y a marcas míticas que llevan décadas acompañándonos toda la vida: con nuestros padres, abuelos e hijos.
Por supuesto, no podemos obviar los ingredientes. La Navidad es tiempo de permitirnos ciertos caprichos, de dejar volar nuestras apetencias. Y si nos gusta el chocolate, un buen turrón de praliné de este dulce nos resultará irresistible y probablemente sea el primero en entrar por nuestra puerta.
A pesar de dejarnos llevar por nuestros gustos, a muchos la Navidad nos pasa factura… especialmente con la báscula. Afortunadamente, cada vez hay más alternativas con un valor nutricional inferior y con un sabor que no tiene que envidiar a los tradicionales.
El packaging para turrones, clave para elevar las ventas
Pero también experimentamos y aquí el packaging es la clave. Aunque en el turrón hay ciertos puntos comunes, como los las tonalidades oscuras, doradas y rojas, los relieves, o elementos navideños, como las campanas, lazos, renos, etc., siempre se puede marcar la diferencia. ¿Cómo hacerlo? Arriesgando, mediante la combinación de algunos de esos puntos comunes con elementos nuevos: colores originales, usando nuevos materiales, creando «ventanas» que permitan ver el producto… al fin y al cabo, solo hay unos segundos para seducirnos.
Y para conseguirlo, hay que jugar en el diseño del packaging y con una potente identidad visual con los colores, las imágenes, los materiales, y por supuesto, con las emociones. La Navidad es una época en la que las emociones juegan un papel fundamental, y son muchas las personas que se dejan llevar por los recuerdos y por la morriña de una Navidad feliz durante la niñez. Y en este sentido, el componente emocional es clave a la hora de diseñar los envases.
Para afianzar el componte emocional, también es importante destacar la marca que fabrica el turrón ¿El motivo? La mayor parte de estas empresas llevan décadas elaborando dulces y turrones, por lo que transmiten confianza al consumidor, añadiendo probablemente el toque emocional porque en su familia siempre han consumido esa marca, un factor clave para favorecer el reconocimiento del artículo en los lineales de los supermercados, y por tanto, mejorar las ventas.