Qué tiempos aquellos en los que el packaging solo servía para proteger el producto y conservar sus propiedades en perfecto estado. Después, una competencia feroz que nos ha llevado a tener que diferenciarnos con packagings que transmitan, que sean diferentes, que atraigan. Y hoy el packaging ofrece otra experiencia más: el placer del unboxing.
En la era digital en la que estamos conectados a todas horas al mundo, el disfrute de los productos se ha adelantado y ya no se limita al propio consumo per se, sino también al arte de desenvolverlo. Sí, la primera impresión cuenta más que nunca porque además de entrarnos por los ojos, ese proceso de eliminar todo el envasado que lo rodea puede llegar a generar una emoción tremendamente potente de expectación y satisfacción, como quien abre el cofre de un tesoro. Después de todo, a veces envuelven objetos que van a convertirse en nuestros bienes más preciados.
Así que más allá del producto y el atractivo embalaje, se añade una variable más: ser capaz de ofrecer un packaging para el unboxing que despierte la curiosidad y que fomente el cuidado. Ya hay marcas que han descubierto la importancia del este casi ritual y se han puesto manos a la obra para diseñar una experiencia única e irrepetible del unboxing.
¿Cómo lograr un unboxing que impacte? Imaginación al poder, pero hay trucos con poco margen de error como cajas elegantes donde los materiales, acabados y las líneas se han cuidado al detalle buscando lo premium y la personalización, mensajes escondidos entre las capas del envoltorio hasta pequeños obsequios.
Es importante tener en cuenta que el unboxing se ha sumado a la experiencia global de consumo, lo que influye irremediablemente en cómo el consumidor percibe la marca y sus valores, llegando a influir en la imagen. Además, un buen unboxing tiene más papeletas para ser compartido en redes sociales, de modo que atraiga a otros potenciales clientes.