A menudo hablamos de etiquetas y su relevancia a la hora de llamar la atención, especialmente en un segmento con tanta competencia como el vino, dejando en un segundo plano otro elemento del packaging tan importante como la cápsula, ese plástico que envuelve el extremo superior de la botella y que visualmente suele ser la guinda del pastel del conjunto pero, más allá de la estética, ¿sabes cómo y por qué nacieron las cápsulas de vino?
Corría el siglo XVIII cuando Francia exportaba vino por toda Europa, pero no como ahora que en menos de 24 horas puedes tenerlo al otro lado del continente. ¿El problema de un traslado más lento? Que con el paso del tiempo, esos preciados vinos tendían a avinagrarse. Así que en Burdeos decidieron tomar una solución drástica: pasar el vino de los barriles a las botellas, un formato más idóneo para preservar sus cualidades.
Habían encontrado una forma de envasar el vino idónea (y tanto, como que ha llegado hasta nuestros días) para conservar sus propiedades organolépticas, pero todavía distaba mucho de ser perfecta. Sin ir más lejos, de vez en cuando llegaban vinos a la corte con el corcho manipulado. O lo que es lo mismo: que probablemente alguien había infiltrado sustancias ajenas al vino.
Así que con el fin de evitar la falsificación, alteración o hasta envenenamiento de las botellas de vino, el rey de Francia instauró una nueva ley: todas las botellas de vino tenían que estar precintadas con el clásico lacre, ese que también hemos visto en las películas, cuando se enviaban correos de alto secreto.
Eso sí, ese precinto dista mucho de ser similar a las cápsulas de hoy en día. Ese cambio tuvo lugar en Hungría años después, eligiendo el plomo como el material para proteger los vinos de más calidad. De este modo, se controlaba su producción.
Este repaso histórico constituye un buen resumen de las funciones de la cápsula: primero por higiene, ya que constituye una barrera física. Asimismo, constituye una garantía de seguridad ante manipulaciones. Por último, no podemos olvidar que el vino tiene su componente cultural y descorchar una botella es todo un arte.
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Portada | Foto de pmv chamara en Unsplash