La sociedad está cada vez más preocupada por el medio ambiente, y no es para menos: la Tierra nos envía mensajes muy claros de que es necesario un cambio en nuestros hábitos. En este sentido, los usuarios buscamos aportar nuestro granito de arena reciclando, haciendo uso del transporte público y tomando decisiones. Por ejemplo, apostando por aquellos productos cuyo packaging es más sostenible. Ahora bien, ¿cuál es el impacto de los embalajes en el medio ambiente?
Para hacernos una idea, un estudio elaborado por diferentes universidades estadounidenses de forma conjunta ha determinado que desde los años 50, el ser humano ha generado 8.300 millones de toneladas de plástico. De esa ingente cantidad, el 21% se ha reciclado o incinerado y el resto se encuentra depositado en vertederos o en el medio ambiente, donde ha sido ingerido por animales, pasando a formar parte de nuestra cadena alimentaria. Otros estudios han concluido que si seguimos como en las décadas pasadas, nuestros recursos naturales se agotaran en menos de un siglo.
Innegablemente, parte de esos millones de toneladas provienen de una parte del packaging, de ahí que sea tan importante cambiar no solo los hábitos de consumo, sino también la forma en la que embalamos los productos. Y es que una persona que vive en los países occidentales es capaz de generar una media de 200 kilogramos de plásticos (de media) al año solo en envases.
Una revolución es necesaria para cambiar el rumbo de nuestros hábitos de consumo. En el packaging ya hemos comenzado a apostar por reducir la cantidad de material empleado, la sustitución de materias primas por sustancias que proceden del reciclado y por también por materiales biodegradables que faciliten su vuelta al medio. Un ejemplo de ello, la empresa Grenier Packaging está fabricando envases con un 30% de r-PET para la firma de alimentación Jütro, que usa para sus botellas de ketchup y salsas.
