Obviamente mucho ha llovido desde que la revolución industrial tuviera lugar en el siglo XVIII con la llegada de la máquina de vapor a la industria. En estos siglos los motores, turbinas, ordenadores y maquinaria de procesos numéricos se han convertido en los mejores aliados de las empresas para acelerar las operaciones de manufactura logrando una producción en cadena eficiente y rentable.
No obstante, la rueda tecnológica no deja de girar y en los últimos años son conceptos como la inteligencia artificial o la robótica los que poco a poco se van haciendo un hueco en las empresas. Así, ya no es solo cuestión de un brazo robótico, sino que hoy en día los robots se diseñan para tareas complejas, variadas y que además puedan modificarse sobre la marcha para que su aplicación a la industria sea todavía más versátil.
Para muestra un botón, este robot es capaz de ensamblar una silla de IKEA en cuestión de minutos, más rápido que cualquier manitas:
Otro avance fascinante es la inteligencia artificial, una tecnología que posibilita que las máquinas «aprendan» mediante un entrenamiento previo a su puesta en marcha. De este modo, con este machine Learning, el software es capaz de tomar decisiones por si mismo, pudiendo tratar cada caso de forma diferente y desarrollando una destreza propia de una persona. Sin lugar a dudas, un gran avance para conseguir procesos de calidad en muy poco tiempo sin margen de error.
A día de hoy, una empresa altamente automatizada cuenta con alguna de esas tecnologías, pero poco a poco irán llegando al resto de sectores. Sin ir más lejos, estas innovaciones ya se emplean en algunos procesos de packaging de calidad, alto valor añadido y especializado, marcando la diferencia y el camino a seguir por el resto.
El futuro es emocionante para la tecnología y las ciudades, no obstante estos avances también representan un desafío para la sociedad en materia de seguridad, privacidad y cómo no, de cómo será el mundo laboral cuando estas tecnologías estén a la orden del día.