Con el cambio de década, comienzan los buenos propósitos para estos 10 años que han entrado con fuerza. Uno de los más ambiciosos a nivel ambiental es el de las emisiones. Y es que para 2030 se espera reducir las emisiones de CO2 a la mitad en las empresas , de acuerdo con el programa Lean&Green, que reúne a más de 450 empresas procedentes de 13 países europeos, 42 de ellas españolas.
Pero reducir la emisión de dióxido de carbono no es una tarea sencilla, especialmente en el sector del transporte. Una de las formas de hacerlo pasa por optimizar la logística, de modo que estos procesos sean más eficientes. Así, es fundamental realizar una buena planificación de los procesos de carga, de las rutas establecidas o minimizar los viajes en vacío. La adaptación del packaging para que sea más fácil y funcional transportar los productos que se envían también es una parte fundamental para reducir el impacto ambiental del transporte.
Otra opción para seguir reduciendo emisiones de CO2 pasa por la renovación de las flotas de transporte. Sin embargo, esta revolución ambiental va de la mano de cierta certidumbre ya que para la reducción de emisiones será necesario que existan alternativas a los combustibles fósiles para la movilidad a medio y largo plazo. En este sentido, si existen dudas acerca de cuál será el vector energético del futuro, es muy complicado realizar una inversión. Sobre la mesa, las alternativas eléctricas, de Gas Natural o de hidrógeno.
De hecho, aunque los vehículos eléctricos parecen por el momento los mejor posicionados frente a las alternativas de diesel y gasolina, todavía es necesaria un gran avance en materia de inversiones estatales en puntos de recarga para que se asiente como el sustituto real. En este sentido, también es importante la presencia y fortaleza de otros medios de transporte alternativos (y más sostenibles) a la carretera como las redes de ferrocarril, marítimas y el transporte fluvial. Buena prueba de ello son países como Holanda, Bélgica o Alemania, mayoría en el programa Lean&Green.